jueves, 19 de marzo de 2009


Xango el Rey de oyo
Obá es la palabra yoruba que designa al Rey. Obá es también uno de los epítetos del orixá Xangó ( no confundir con Obá, el orixá) que es una de las esposas de Xangó. Según la mitología, Xangó habría sido el cuarto rey de la ciudad de Oió, que fue el más poderoso de los imperios yorubas. Después de su muerte fue divinizado, como era común con los grandes reyes y héroes de aquel tiempo y lugar, y su culto pasó a ser el más importante de su ciudad, a punto de que el rey de Oió, a partir de ahí, es el primer sacerdote.
No existen registros históricos de la vida de Xangó en la tierra, pues el pueblo africano tradicional no conocía la escritura, mas el conocimiento del pasado puede ser buscado en los mitos, transmitidos oralmente de generación en generación. Asi, la mitología nos cuenta la historia de Xangó que comienza con el surgimiento de los pueblos yorubas y su primera capital, Ilé Ifé, habla de la fundación de Oió y narra los momentos cruciales de la vida de Xangó:
“En un tiempo muy antiguo, en Africa hubo un guerrero llamado oduduwá que venía de una ciudad del este y que invadió con su ejército la capital de un pueblo entonces llamado Ifé. Cuando Oduduwá se tornó su gobernante, esa ciudad fue llamada Ilé Ifé.Oduduwá tuvo un hijo llamado Acambi, y Acambi tuvo siete hijoz, y sus hijoz o nietos fueron reyes de ciudades importantes. La primera hija le dio un nieto que gobernó Egbá, la segunda fue la madre de Alaketo. El rey de Keto, el tercer hijo fue coronado rey de la ciudad de Benim, el cuarto fue Orunga, que llegó a ser rey de Ifé, el quinto hijo fue soberano de Xabes, el sexto, rey de Popos y el séptimo fue Oranian, que fue rey de la ciudad de Oió, más tarde gobernada por Xangó.
Esos príncipes gobernaban las ciudades que más tarde fueron conocidas como los reinos que forman la tierra de los yorubas, y todos pagaban tributos y homenajes a Oduduwá. Cuando Oduduwá murió, los príncipes hicieron la repartición de sus dominios, y Acambi quedó como regente del reino de Oduduwá hasta su muerte, aunque nunca haya sido coronado rey. Con la muerte de Acambi, fue hecho rey Oranian, el más joven de los principes del imperio, que se había tornado un hombre rico y poderoso. El Obá Oranian fue un gran conquistador y consolidó el poderío de su ciudad.
Un día Oranian llevó su ejército para combatir un pueblo que habitaba una región al este del imperio. Era una guerra muy difícil y el oráculo aconsejó que permaneciera acampando con su ejército en un determinado lugar por un cierto tiempo antes de continuar la guerra, pues allí él prosperaría mucho. Asi fue hecho y aquel campamento al este de Ifé se tornó una ciudad poderosa. Esa próspera población fue llamada ciudad de Oió y vino a ser la gran capital del imperio fundado por Oduduwá.El rey de Oió tenía el títulode Alafin, que significa “El señor del palacio de Oió”.
Con la muerte de Oranian, su hijo Ajacá fue coronado tercer Alafin de Oió.Ajacá que tenía el sobrenombre de Dadá, por haber nacido con el cabello largo y ondulado, era un hombre pacato y sensible, con poca habilidad para la guerra y ningun tino para gobernar. Dadá-Ajacá tenía un hermano que fue criado en la tierra se los nupes, también llamados Tapás, un pueblo vecino de los Yorubas. Era jiho de Oranian con la princesa Llamase, aunque haya quien dice que la madre de él fue Torossi, hija de Elempé, el rey de los Nupes. Ese hijo de Oranian se llamaba Xangó, y era el gran guerrero que gobernaba Cossó, pequeña ciudad localizada en las cercanías de la capital Oió.
Xangó un dia destronó a su hermano Dadá- Ajacá y lo exilió como rey de una pequeña y distante ciudad, donde usaba una pequeña corona de buzios llamada corona de Baiani. Xangó fue así coronado el cuarto Alafin de Oió, el Obá de la capital de todas las grandes ciudades Yorubas.

Xangó buscaba la mejor forma de gobernar y de aumentar su prestigio junto a su pueblo. Se cuenta que para fortalecer su poder, Xango mandó a traer de las tierras de los Baribas un compuesto mágico que acabaría con todo, siendo su perdición. El rey xangó, que después sería conocido con el nombre de “trueno” siempre procuraba descubrir nuevas armas para conquistar nuevos territorios. Cuando no hacía la guerra, cuidaba de su pueblo. En el Palacio recibía a todos y juzgaba sus peleas, resolviendo disputas, haciendo justicia. Nunca se quedaba quieto. Cierto día, mandó a su esposa Iansa al reino vecino de los Baribas para traerle e”El viaje de vuelta era largo y la curiosidad de Iansa sin medida. En un cierto momento, ella probó la poción y encontró que tenía un gusto horrible. Cuando escupió el trago, entendió el poder del poderoso líquido: Iansa escupió fuego!
Xangó quedó entusiasmadísimo con el descubrimiento. Si él ya era el más poderoso de los hombres, imaginen ahora, que tenía la capacidad de arrojar fuego por la boca. Que enemigo resistiría? Que pueblo no se le sometería? Xangó entonces empezó a testear diferentes formas de usar el nuevo arte, pues requería precisión y pericia.
Un día, el Obá de Coso, subió a una elevación llevando la calabaza mágica, y desde allí comenzó a lanzar su asombroso fuego. Los disparos incandescentes chamuscaban los árboles, incendiaba pastizales, fulminaba animales. El pueblo, atemorizado, llamó a eso “RAYO”. De la hornalla de la boca de Xangó, el fuego que salía provocaba las más impresionantes explosiones. De lejos, el pueblo escuchaba los ruidos asustadores.
Mas pobre Xangó, la suerte le fue ingrata. En uno de aquellos ejercicios con la nueva arma, el Obá erró la puntería e incendió su propio palacio. Del palacio, el fuego se propagó de tejado en tejado, quemando todas las casas de la ciudad. En minutos, la orgullosa ciudad de Oyó se transformó en cenizas. Pasado el incendio, los consejeros del reinos e reunieron y enviaron al ministro Gbaca, uno de los más valientes generales del reino, para destituir a Xangó.
Gbaca llamó a Xangó a la lucha y lo venció, lo humilló echándolo de la ciudad. Para mantenerse digno, Xangó fue obligado a cometer suicidio. Esa era la costumbre antigua. Si una desgracia se abatía sobre el reino, el rey era siempre considerado culpable. Los ministrso le retiraban la corona y lo obligaban a suicidarse.
Cumplida la sentencia impuesta por la tradición, Xangó se retiró para la floresta y se ahorcó en un árbol.
"Oba so!", "Oba so!"
"O rei ahorcó! corrió la noticia.
Mas nadie encontró su cuerpo y luego corrió la noticia, alimentada con fervor por
Sus partidarios, que Xangó se había transformado en un Orixá. El rey se había ido para el Orum, el cielo de los Orixás. Por todas partes del imperio los seguidores de Xangó proclamaban:
"Oba ko so ¡!!!que quiere decir: “El rey no se ahorcó”
"Oba ko so!", "Oba ko so!".

Desde entonces, cuando el trueno y el relámpago rasgan el cielo, los sacerdotes de Xangó entonan:
"Oba ko so! Obá Kossô!" "El Rey no se ahorcó”!!!!!!!!
(Cf. Prandi, Mitologia dos orixás.)

Así narran los mitos, y la muerte de Xangó es la afirmación de las antiguas costumbres africanas. Su muerte habría sido injusta y por eso el orum lo acojió como inmortal. La expresión “Oba Ko so” es evidentemente dudosa. Tanto puede significar “Rein de la ciudad de Coso” , lo que de hecho Xangó era, como “El Rey no se ahorcó”, frase que podria ser traducida también como “ El Rey vive” o “Viva el rey”, forma que es más común en nuestra tradición occidental. La versión verdadera no importa: divinizado, transformado en Orixá, el Obá xangó, el Alafin de Oyó, alcanzó la inmortalidad, dejó de ser humano, se transformó en dios. “Obá Coso”, “Viva el rey”, es la formula por la cual hasta hoy, en todos los templos de Orixás, es glorificado el nombre de Xangó, el Rey de Oyó, el Orixá del trueno, señor de la justicia.
De todos los Orixás que marcan la saga de la ciudad de Oyó, ninguno fue más reverenciado que Xangó, mismo cuando oyó pasó apenas a ser un símbolo esfumado en la memoria de los actuales seguidores de las religiones de los orixás, desparramados en los mas diferentes países de la diáspora africana, del lado de acá y del otro lado del océano.
la berta de xango